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Cuentos Atómicos

"Un cuento atómico es el microrrelato que tiene entre cero y veinte palabras, sin contar las del título."

Conocí este término gracias al escritor Umberto Senegal, quien en la introducción de su libro Cuentos Atómicos (2005), nos aclara que “un cuento atómico es el microrrelato que tiene entre cero y veinte palabras, sin contar las del título”.

Los presentes cuentos atómicos pretenden ser, en parte respuesta y en parte homenaje, a esa obra maravillosa del maestro Senegal. Digo respuesta, porque lo que él plantea en ese texto puede ser visto como un desafío a otros escritores, y digo homenaje porque esta obra es también un maravilloso legado para quien pretenda iniciarse en el camino de la escritura de cuentos.

Haciendo una comparación entre el boxeo y la literatura, Julio Cortázar escribió alguna vez que “la novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”; siguiendo esa línea comparativa, tendríamos que decir que el cuento atómico representa, nada más y nada menos, que el desafío de ganar por nocaut en los primeros 20 segundos de la pelea.

“La brevedad es el alma del ingenio”, escribió alguna vez William Shakespeare, y es precisamente gran ingenio lo que requiere un escritor para capturar en 20 palabras o menos la magia de un cuento. El cuento atómico obliga al cuentista a deshacerse de sus ínfulas de gran narrador, a prescindir de cualquier pretensión vanidosa de mostrar su capacidad descriptiva, y a renunciar a esa terminología rimbombante pero innecesaria que Eduardo Galeano llamaba “inflación palabraria”.

“Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aún lo malo, si poco, no tan malo”, escribió alguna vez Baltasar Gracián; yo creo poder ser breve y espero, además, no ser muy malo. A continuación, una pequeña muestra del libro CIEN CUENTOS ATÓMICOS.

 

CEMENTERIO

—¿Qué haces a esta hora aquí? — preguntó el vigilante.
—Creo que me perdí…
—¿Y dónde vives?
—En la tumba 752.

EN LA MORGUE

—No puede estar en esta área— dijo el forense.
—Disculpe Usted…
—¿Busca algún cuerpo?
—Sí, el mío.

AMIGAS DE INFANCIA

—¡Te ves muy joven! ¿Acaso hallaste la fuente de la eterna juventud?
—Claro que sí.
Y le clavó los colmillos.

PETICIÓN DE HOSPEDAJE

—¿Puedo quedarme esta noche?
—Claro que sí.
—¿Pero es verdad que aquí hay fantasmas?
—Eso dicen…
Y desapreció.

TÉCNICAS PARA DORMIR

Duerme boca abajo, para que lo arrulle el latido de su corazón.
Esta noche, por primera vez, escuchó latir dos.

EN EL QUIRÓFANO

—¿Qué hago aquí?
—Usted es donante de órganos.
—¡Pero yo no he muerto!                  Eso a mis clientes no les importa. 

RARA COSTUMBRE

Desde la infancia, miraba bajo la cama todas las noches, antes de acostarse.
La última noche, encontró una mirada macabra.

CRIMEN PERFECTO

Todo estaba calculado, incluso traía puestos sus guantes de látex. Al retirar sus manos del cuerpo ensangrentado, exclamó:
—Enfermera: desconéctelo.

EL ANFITRIÓN

—¿Por qué me visitas cada noche?
—No lo hago.
—¡Claro que sí!
—No, yo vivo aquí— respondió el fantasma.

INCRÉDULO

Persiguiendo lo que parecía alguien disfrazado de fantasma, le quitó la sábana de encima y no halló a nadie.